jueves, 14 de agosto de 2014

Descubriendo un Misterio de Dios

Hay una realidad insoslayable hoy por hoy en nuestras congregaciones cristianas. Una enorme proporción de miembros de cada una de ellas, confían prioritariamente en las obras por encima de cualquier aspecto netamente espiritual. El verbo Hacer se encuentra mucho más conjugado en la práctica que el verbo Ser. Y como consecuencia de este modo de ver las cosas, tampoco son pocos los que prefieren priorizar la antigua Ley por sobre la nueva Gracia recibida después de la Cruz. Y todo eso, nos inserta en un ambiente que dificulta bastante nuestra relación personal y corporal con Jesucristo. Ya hemos sido advertidos con respecto a esto.
(Gálatas 4: 21-22)= Decidme, los que queréis estar bajo la ley; ¿No habéis oído la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre.
La historia que seguramente usted ha leído muchas veces y ha sido ilustrado por enseñanzas o predicaciones en otras tantas, nos dice que debido a su esterilidad, Sara, esposa de Abraham, le da a su marido a la esclava Agar, a los fines de que él pueda tener descendencia con ella. No lo vea como una aberración cometida por Sara. Así sería visto en este tiempo, pero en aquel todavía se usaba este tipo de actitudes en el mundo pagano. El problema es que tanto Abraham como Sara, no pertenecían ya a ese mundo, sino al del reino de Dios. Entonces Agar concibe de esa relación y da a luz a Ismael. Tiempo más tarde Sara, sumamente vieja ya, ve cumplirse asombrosamente la promesa de Dios y concibe dando a luz a Isaac.
(Gálatas 4: 23)= Pero el de la esclava nació según la carne; más el de la libre, por la promesa.
Cabe aclarar que dentro de los diferentes relatos que encontramos en el Antiguo Testamento, estos y otros nacimientos muy singulares fueron debidamente profetizados mucho antes del cumplimiento efectivo de ellos. Ocurrió con Agar respecto a Ismael, sucedió con Sara con relación a Isaac, se dio también en Manoa de Zora en referencia a Sansón,  a Jeroboam por Josías, por medio de Eliseo a la mujer sulamita, de Jesús en Isaías y de Jesús a María. No se olvide de esto: cada vez que el Señor va a hacer algo importante, indefectiblemente, primero se lo hará saber a sus profetas para que ellos, a su vez, actúen cual trompetas anunciándolo al pueblo.
(Gálatas 4: 24)= Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud: este es Agar.
Habría que aclarar aquí el significado semántico de la palabra ALEGORIA. Significa la representación de una idea o cosa abstracta a través de otra que guarda con ella una relación real. Otra acepción dice que es una figura retórica en que, por medio de metáforas, se da a entender una cosa expresando otra muy distinta. De allí que Pablo diga aquí que “esto, es una alegoría”. Ya está interpretado, no le busque ninguna otra connotación. Una vez más, la Biblia se interpreta a sí misma, no necesita cabezones teólogos carne de universidades intelectuales.
En el evangelio de Juan 3: 6, se señala que: Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. Y con respecto a la alegoría, dice Oseas 12:10: y he hablado a los profetas, y aumenté la profecía, y por medio de los profetas usé parábolas.
Cabe consignar, finalmente y para cerrar este fragmento debidamente y con todas las claridades meridianas a la vista, que Sinaí era el monte sobre el cual Moisés recibió el Decálogo que usted y yo conocemos muy bien, y que en este caso significa la ley y su concepción. Y su resultado está escrito y es obvio: esclavitud.
(Gálatas 4: 25)= Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, (Esta es la que sale en los noticieros de la televisión, la que vemos con los ojos naturales, la que está sujeta a los vaivenes políticos) pues esta, junto con sus hijos, está en esclavitud.
(Gálatas 4: 26)= Más la Jerusalén de arriba, (La celestial, la que no vemos con nuestros ojos naturales sino con los espirituales) la cual es madre de todos nosotros, es libre. (Libre, ¿Ha entendido? LIBRE!!)
(Gálatas 4: 27)= Porque está escrito: (Se refiere a lo dicho por el profeta Isaías capítulo 54, verso 1): regocíjate, oh estéril, (Aquí le habla a la iglesia) tú que no das a luz: (También alude a los gentiles) prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; porque son más los hijos de la desolada (Agar, los hijos de la carne, los sujetos a esclavitud) que de la que tiene marido (Sara, los hijos de la promesa, los espirituales, los libres).
(Gálatas 4: 28)= Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.
A mí, particularmente, me agradaría mucho, aunque pueda parecer demasiado audaz o ilusorio, que usted por un momento tuviera íntimamente la convicción que a esto que termina de leer, Pablo se lo está diciendo a usted, personalmente. Es una palabra segura.
(Gálatas 4: 29)= Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora.
No voy a descubrirle absolutamente nada nuevo si le puntualizo que la mayor batalla que hoy por hoy estamos viendo dentro del pueblo de Dios, está cimentada en estos principios: carne contra espíritu; espíritu contra carne. El que es nacido según la carne, tal cual lo hizo literalmente Ismael con Isaac, siempre habrá de perseguir al nacido de la promesa, que en lo literal es Isaac. Preste atención: nunca a la inversa. Nunca el nacido del espíritu persiguiendo al nacido de la carne, siempre al modo de Ismael. No es envidia, ni celos, ni enojos, ni odios ni rencores aunque los incluya: ¡Es Guerra Espiritual! Le guste a usted o no, lo crea usted o no, se lo hayan enseñado así a usted o no. No le hace. No por eso deja de ser cierto. Pero examine cuidadosamente todo el verso y concluya reflexionando muy seriamente sobre las últimas tres palabras. Así También Ahora. Y quiero que recuerde que “Ahora”, al igual que Hoy y otras tantas acepciones, en la Biblia, significan precisamente eso que dice: AHORA.
(Gálatas 4: 30)= Más, ¿Qué dice la Escritura? Echa fuera la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre.
Hay aquí una irrenunciable verdad bíblica: Dios es Amor, Paciencia, Misericordia y Gracia, pero también no le caben dudas a nadie que es Justicia. Y esa justicia es la que ha decretado lo que termina usted de leer: No heredará el hijo de la esclava con el de la libre. Que es como decir que no tendrá entrada en el reino de los cielos quien anda en la carne, sino quien funciona en el Espíritu.
(1 Corintios 15: 45)= Así también está escrito: fue hecho el primer hombre Adán alma viviente: el postrer Adán, espíritu vivificante.
Ya deberá usted haber notado una clara diferencia. El primer Adán (Que se refiere a Adán) alma viviente, es decir: carne que vive. Y luego dice que el segundo y postrer Adán (Que aquí ya sabemos, es Cristo) espíritu vivificante. Esto significa: espíritu que da vida. Y esto nos lleva al análisis sintético de dos fases muy concretas: Esclavitud y Libertad. Lo primero, tiene que ver con la carne, aunque la carne convenza a quienes la adoran, que es a la inversa. Lo segundo tiene que ver con el espíritu, que no es un andar como sobre algodones, con ojos entrecerrados esperando ver una visión a cada paso. Se trata de darle autoridad al único que debe tenerla, si es que deseamos ser verdaderos creyentes y no nominales cristianos ritualistas. Y también representan a la Ciencia y a la Fe. Porque la ciencia esclaviza a conceptos inamovibles, mientras que la fe otorga la libertad de lo que a diario se mueve: el Espíritu Santo de Dios. La nube. Dios dinámico y creativo.
(1 Corintios 15: 46)= Más lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.
Esto proporciona una clara respuesta a la evolucionista teoría de Darwin. Porque un hombre animal, jamás podría haber sido receptor del Espíritu Santo, lo entiende? ¿Un mono irracional tomando una decisión espiritual, conectándose con lo divino y transformándose en un hombre racional e imagen y semejanza de Dios, según la propia opinión del Señor? Inconcebible e incoherente. Y sin embargo, en esto sustenta la ciencia sus escepticismos vernáculos e históricos. ¡Ciegos!
(1 Corintios 15: 47)= El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.
Aquí, si usted saber mirar con atención, están bien manifiestas y claras las dos naturalezas. Un hombre terrenal, mortal, y otro celestial, vivo para siempre. Juan 3:31 contiene un texto que lo amplía, cuando Juan el Bautista dice: El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal y cosas terrenales habla: el que viene del cielo, es sobre todos”.
Esto que ha leído es muy bueno para reflexionar seriamente con una pregunta que en este mismo momento puede hacerse. ¿Qué cosas estoy hablando durante la mayor parte del día? Porque si bien hay un concepto que dice que la fe viene por el oír, y esto nos lleva a replantear qué es lo que oímos mayoritariamente, porque allí estará cimentada nuestra fe futura, así también tiene valor la validez y el poder de la palabra.
(1 Corintios 15: 48)= Cual el terrenal (Primer Adán, el hijo de la esclava, el carnal) tales también los terrenales: y cual el celestial, (Segundo Adán, el hijo de la libre, el espiritual) tales también los celestiales.
(49) Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.
Aquí nos encontramos con nuestra similitud con Cristo, viviendo en un cuerpo espiritual. No se olvide que Jesús es el niño que nos es nacido, mientras que Cristo, es el hijo que nos ha sido dado. Por todo eso es que en Filipenses 3:20, Pablo dice: Más nuestra ciudadanía, está en los cielos, de donde esperamos también al Salvador, al Señor Jesucristo; La contrapartida para el hijo de la carne, lo vemos en Génesis 5:3 cuando leemos: Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set.
(1 Corintios 15: 50)= Pero esto digo, hermanos; que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.
Mucha gente que se ha preguntado en la intimidad, no siempre públicamente por vergüenza, dos cosas esenciales para entender todo esto: ¿Qué es la carne? ¿Qué es la corrupción? Se podría declamar, disertar y hasta divagar horas y horas al respecto, pero convengamos que podemos definir una respuesta con métodos concretos: sus frutos. ¿Cuáles serán los frutos de la carnalidad y la corrupción? Pues: adulterios, fornicaciones, inmundicias, lascivias, idolatrías, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías y podríamos continuar porque hay algunas que dependen de estas que engrosaría bastamente la nómina. Pero convengamos en decir que, más allá del amor y la misericordia de Dios, quien haga estas cosas conociendo estas verdades, no tendrá herencia. Ahora usted siga las polémicas y los debates divisionistas con respecto a si la salvación se pierde o no se pierde, que es como decirle: siga perdiendo soberanamente su tiempo. La Biblia habla claro.
Por contrapartida, muy bien vale la pena preguntarse: ¿Qué es el espíritu? Y por consecuencia clara: ¿Qué es la incorrupción? También aquí nos encontramos con una respuesta similar: los frutos. ¿Cuáles? Usted ya los conoce, pero podemos refrescarlos: Amor. Y como consecuencia: gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.
Y luego dice que los que son de Cristo, han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Pero no se confunda porque no estamos hablando, proclamando ni enseñando ningún evangelio “mágico” donde las cosas se dan por cuestiones automáticas. Eso es así, tal cual lo dice la Palabra, si somos DE Cristo, que no tiene absolutamente nada que ver con gente que va a un templo un día domingo a cantar cuatro canciones, oír un sermón que a los diez minutos nadie recuerda, pasar al frente a que alguien “le ore” por sus necesidades particulares, saludar al pastor a la salida y luego vivir una semana como se le da la gana. Lo que dice allí es que si vivimos, que es como decir: tener vida, por el Espíritu, también debemos andar, que significa vivir el hoy y ahora, por ese mismo Espíritu. Sin embargo, y pese a la total claridad manifestada en todo esto, aún hay más antes de ir al fondo real del tema.
(Gálatas 5: 1)= Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
(Gálatas 5: 7-8)= Vosotros corríais bien; ¿Quién os estorbó para no obedecer a la verdad? Esta persuasión no procede de aquel que os llama.
Hay una serie de parámetros que tiene que ver con el único que la Biblia detalla. No podemos cristalizar nuestra lectura a lo meramente histórico y lineal, porque si bien no nos apartamos de los hechos concretos, nos estamos ‘perdiendo la bendición que la revelación nos propone. La esclava y su hijo y la libre y su hijo, de la que se nos habla, tienen que ver con la carne y el espíritu, con la mundanalidad y la espiritualidad, con las dos visiones, que es Di-visión, que es De-sunión, con lo terrenal y lo celestial, con la tradición inconmovible y la renovación cotidiana. Son tres pasos antiguos, de acuerdo, pero implican tres tipologías actuales.
(Génesis 16: 4)= Y él se llegó a Agar, la cual concibió: y cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora.
Observe con cuidado que, la primera reacción de la esclava en contra de la libre, que es como decir de la carne contra el espíritu, se sintetiza en la palabra que ha sido utilizada en este verso: DESPRECIO. Así que no se asombre por lo que pueda ver en su iglesia local. Aunque le pueda parecer insólito y falto de coherencia con las escrituras, ese desprecio que cierto sector carnal tiene para con quienes insisten en caminar por el espíritu, es enteramente bíblico.
(Génesis 21: 19)= Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac.
Aquí tiene con claridad el segundo comportamiento clásico y bíblico de los hijos de la esclava, (Los carnales), para con los hijos de la libre, (Los espirituales) La burla. ¿Nunca la ha visto en su lugar de congregación? ¿Nunca la ha percibido desde algunos para con otros? ¿Nunca la ha padecido simplemente por cumplimentar el mandato que Dios mismo da en su Palabra? Pregunta: ¿Por qué se burlaría Ismael de Isaac al punto de molestar a Sara?
(Gálatas 4: 29)= Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora.
Permítame, a riesgo de pensar usted que no lo valoro en su inteligencia e interpretación, pero como para que no quede ninguna duda de lo que estamos hablando, que le reitere una vez más las últimas tres palabras del verso anterior: Así También Ahora. Y entienda que cuando la Biblia dice “hoy” o dice “ahora”, no se está refiriendo  a una referencia  histórica o cronológica de un tiempo concreto y determinado. La Biblia está escrita en sentido de eternidad, tal cual su inspirador. Por lo tanto, cuando la Biblia dice “hoy”, es HOY; y cuando dice “ahora”, es también AHORA. Cuando quiera que sean ese Hoy y ese Ahora. Cuando usted está leyendo esto, recién subido a nuestra Web, o cuando lo está leyendo porque alguien se tomó el trabajo de bajarlo, imprimirlo y pasárselo. No le hace. Siempre es AHORA. Esto habla de persecución. Lo demás, obviamente, está muy claro. Entonces preguntamos: ¿Qué debemos hacer?
En Gálatas y a continuación del pasaje leído recientemente, dice que debemos echar fuera a la esclava, basándose en lo que Sara le pide a Abraham y este hace. De allí que, viendo como Dios maneja las cosas con Agar y con Ismael, tenemos en claro dos cosas concretas: Somos todos provenientes del mismo Padre, pero no todos tendremos la misma heredad. Echar a la esclava por el poder de Dios para resguardo del hijo de la libre, que es el remanente de Dios viviendo en el Espíritu, es una labor que no tiene nada que ver con cuestiones físicas o naturales, sino una guerra espiritual que va mucho más allá de ese reprender, atar y sujetar demonios que tan de moda parecería haberse puesto entre nosotros. Una guerra es abarcativa e incluye todo tipo de batalla. En todos los terrenos, en todos los frentes y con toda la clase de armamentos puestos en los campos de combate.
(1 Corintios 4: 1-2)= Así pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.
Este texto nos conduce a una pregunta que busca, necesariamente, una respuesta concreta y apta para poner por obra: ¿Qué son, cuáles son, y cómo se administran esos misterios de Dios?
(Efesios 1: 9-10)= Dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación (Que quiere decir: distribución, administración) del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.
Lo primero que tenemos que escudriñar es esta expresión utilizada: Reunir. ¿Qué es reunir? Pues eso mismo que dice: Re-Unir. Explícitamente, volver a unir algo que anteriormente había estado unido y luego por alguna causa se desunió. Y dice que debemos hacerlo a través de la administración, lo celestial con lo terrenal. Hacer descender el poder del cielo para que sea normal en la tierra como ya lo es el de Satanás. ¿O no ha visto usted que es mucho más frecuente ver manifestaciones sobrenaturales que provienen de los demonios que las que emanan del cielo? ¿Sabe por qué ocurre eso? Porque los satanistas que trabajan para su maligno señor, CREEN en ese poder y lo mecanizan, mientras que los creyentes todavía andamos discutiendo si los milagros son para hoy o fueron para el tiempo de los discípulos.
Echar fuera la esclava y su descendencia mediante el poder de Jesucristo, para que de una vez y para siempre se establezca el reinado del hijo de la libre, que es el espiritual, el que hoy quiere vivir conforme al Espíritu como es voluntad de Dios, y no conforme a la carne, la ciencia, la mente, la técnica o la superstición, como es común en los hijos de desobediencia.

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